Ésta casa-taller me ha cobijado y su belleza y dimensiones me invitaron a trabajar, a producir obras, en ella me he desarrollado como ingeniero y arquitecto, diseñador, gasfiter y electricista, carpintero, enfierrador y albañil, a pulmón inspirado he ido estirando espacios, apropiandome cada año de su bella estampa con pequeñas y diversas transformaciones. Luego mucha gente. Han pasado unos 30 inquilinos, muchos de ellos convertidos en conocidos y amigos y otros en ayudantes. La casa me ha otorgado seguridad y sus volumenes vacíos me han invitado a producir como loco. Es mi más grande escultura, a la que he dado más tiempo, la que me ha dado tantos frutos que viajan por el mundo. Y yo con ellos.